Desde 1989 y hasta su prohibición por la Generalitat en otoño de 1992 existió un sector denominado de aerografía textil; se trataba de pequeñas empresas, con personal muy joven, que pintaban con pistolas neumáticas. Las condiciones de trabajo en estas industrias eran insuficientes. Además, los productos se mezclaban y empleaban continuamente sin advertencia de su peligrosidad. Los gases liberados afectaban seriamente a los pulmones.